Durante los estudios del máster, me crucé con un concepto que me llamó particularmente la atención. Siendo yo misma aprendiente de dos idiomas extranjeros, inglés y alemán, leer sobre un concepto que hacía referencia a la lengua extranjera que aprendía y hablaba me pareció cuanto menos interesante. Estoy hablando de la la interlengua (Selinker, 1972).
A partir del análisis de errores se fragua la idea de que los aprendientes de una segunda lengua construyen un sistema lingüístico propio influenciado por la lengua materna y la lengua meta pero, a la vez, diferente a ellas porque posee reglas y características propias. Para referirse a él, Corder (1967) formula el concepto de «dialecto idiosincrásico» y Nemser (1971) el de «sistema aproximativo». Ambos sirven de base para que Selinker (1972) acuñe el término actualmente más extendido: la interlengua. Con independencia de la nomenclatura dada, la novedad de esta visión radica en que las producciones lingüísticas del que aprende dejan de considerarse una desviación de la norma.
Si bien es cierto que esta noción se puede explicar como el sistema lingüístico único y en construcción de un aprendiente de lengua extranjera, la realidad que representa es mucho más compleja. Se trata de un continuum entre la lengua materna y la lengua de estudio pero cuyos elementos y reglas (tanto a nivel morfológico, sintáctico y léxico) difieren de ambas. Es un sistema abierto, sistemático y cambiante a medida que el estudiante atraviesa los diferentes estadios de aprendizaje. A continuación se describen las características más destacables que se le atribuyen:
Simplificación. La interlengua es un sistema simplificado cuyo vocabulario y reglas morfosintácticas distan de la complejidad de aquellas de la lengua que se estudia. Ello se debe a la tendencia de los alumnos a reducir las normas de la lengua meta y a suprimir elementos funcionales para centrarse en palabras de contenido léxico y estructuras fáciles de formar para posibilitar la comunicación.
Sistematicidad. La interlengua se considera paradójicamente un sistema transitorio y sistemático. Por un lado, es transitorio porque a medida que el aprendiente comprueba y valida hipótesis, los nuevos conocimientos pasan a formar parte del sistema obligando a una constante reestructuración de lo hasta ahora adquirido. En cambio, se puede hablar también de sistematicidad porque la interlengua posee reglas en continua evolución que le dan consistencia interna. Es por esta razón que la teoría de la interlengua considera necesario tener en cuenta todas las producciones del estudiante y no solo aquellas consideradas incorrectas.
Permeabilidad. La permeabilidad es la propiedad por la cual las reglas de la lengua materna pueden introducirse en el sistema de la interlengua o que permite las «sobregeneralizaciones» de sus propias reglas (Adjémian, 1982). Esta peculiaridad confiere a la interlengua la cualidad de ser cambiante e influenciable por factores externos como el aducto lingüístico al que el individuo está expuesto y por factores internos relacionados con las estrategias de aprendizaje.
Variabilidad. Esta propiedad se encuentra en oposición directa a la sistematicidad. Al igual que cualquier lengua, la interlengua es sistemática por poseer un conjunto coherente de reglas que le son propias. Frente a esto y gracias al factor de la permeabilidad, estas mismas normas se reestructuran de manera progresiva guiando al estudiante por los diferentes estadios de aprendizaje. El grado de variabilidad de la interlengua es mucho mayor que en otras lenguas y se debe al rápido desarrollo que experimenta. Principalmente se trata de dos tipos de variabilidad:
La variación libre es aquella que se produce cuando el hablante extranjero usa de forma indistinta y arbitraria formas correctas e incorrectas en un estadio concreto de aprendizaje.
La variación sistemática se produce por la influencia de factores externos como el contexto lingüístico, el contexto situacional y el grado de planificación. Esta cualidad está relacionada con el continuo proceso de cambios que tiene lugar en la producción lingüística de un aprendiente cuando comprueba sus hipótesis y amplía sus conocimientos. De acuerdo con Larsen-Freeman y Long (1991), esta variación es posible predecirla ya que está regida por reglas.